西语助手
2024-04-02
Buenas tardes.
¿Qué sopa lengua?
Ponme un chat de Fluor, porfa.
Marchando.
¡Vaya la vida, hijo!
¿Qué te pasó en la cabeza?
Me empastaron, loco.
¿Y eso?
¿Mordiste un hueso o qué?
¿Qué va?
Estaba yo trabajando un día normal, dándole una paliza a un trozo de carne, como de costumbre.
Cuando ya la tenía bien machacada, me dice...
¡Que sepas que mi salsa barbecue lleva azúcar!
Y me escupe así.
Me mancha el esmalte.
Yo sigo mi vida como si nada, digo yo.
Ya cuando pase el cepillo de las 8 me limpiará.
Pero adivina qué.
Me quedé esperando porque el cepillo de las 8 nunca pasó.
Y el hilo dental de las 8 y 5 tampoco.
Y lo que yo no sabía era que había una pequeña bacteria en mi cabeza.
Streptococcus mutant.
Que se comió el azúcar de la salsa, me hizo pipí ácido en el esmalte y me abrió un micro hueco.
Vaya, vaya, o sea que te desmineralizó.
¡Exactamente!
Al día siguiente me encontré con una galleta y lo mismo.
Cuando ya la tenía suave me suelta.
La venganza será dulce, dice, porque estoy lleno de azúcar.
¡Pa! Y me mancha el esmalte.
Digo yo, ¿pero qué le pasa a la gente?
Sin tener ni idea que aquella pequeña bacteria había llamado a todos sus amigos,
dices que venganse todos para acá, que aquí este man está lleno de azúcar,
que acá hay comida para todos.
Se viene toda esa bacteria para acá y me forman allí una placa bien hijo de su madre y bien ácida que me fue abriendo más el hueco.
¡Guau! ¿Y dónde estaba cepillo de dientes e hilo dental?
¡Brillando por su ausencia, mano!
Y cuando las bacterias tuvieron un hueco más o menos grande, montaron allí un airbnb barato.
Y entonces sí que se formó la bridera de hueco, hermano.
Uff, qué asquito, güey.
Hasta que un día me encuentro yo con un humilde maní,
que me mira un poco así y me dice, ni lo intentes,
que llevas la de perder, dice.
Digo yo, ahora mismo le callo la boca a este cacahuete insolente.
Y voy a darle un cabezazo.
¡Zap!
Me partí la cabeza, fren.
Tenía tremendo hueco que me llegaba hasta la pulpa.
¡Y qué dolor, señor!
Me quería morir.
Y luego, pues nada, obligado al dentista.
Me taladraron toda la zona afectada, me limpiaron bien, y me rellenaron el hueco.
Por lo menos quedaste bien empastado.
Ahora, por suerte, el cepillo y el hilo dental están pasando más seguido.
A ver cuánto dura eso.
¡Ey, ey, ey!
¿A ti quién te invitó?
Cuidadito.
De nada sirve que pase el cepillo de las 8 puntual.
Si a mí me comen a las 9.
Ahora mismo te voy a enseñar a respetar.
¡Ah, perfecto!
Aquí vamos de nuevo.
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